Al finalizar la guerra, tenía el rango de capitán del Ejército Paraguayo.
Esa ciudad le otorgó, como homenaje póstumo, el título de "Hijo dilecto".
Díaz", se infiltró en filas enemigas, y capturó por la retaguardia al boliviano Tte.
Irala y sus 18 bravos siguieron observando con profunda pena y desilusión el desplazamiento de las unidades bolivianas frente a ellos, escapando hacia Corrientes.
Irala Fernández durante la guerra civil paraguaya de 1922-1923 se infiltró en el campamento principal del coronel Adolfo Chirife (comandante del ejército sublevado), hurtó una valija, cuyo contenido en el momento desconocía, y regresó victorioso en su misión de espionaje.
Abrióla este y la encontró llena de dinero (una fortuna para la época), mapas con la ubicación del resto de los campamentos chirifistas, y un cuaderno con miles de nombres anotados, pueblo por pueblo, identificando a las personas que colaboraban con Chirife.
El dinero era para comprar armas a través de Argentina.