Al regresar a Bilbao, alternó su preparación para formarse en el mundo del comercio con las clases que impartía Antonio Lecuona.
En 1887 consiguió una beca de la Diputación de Vizcaya para estudiar en París, donde conoció y se relacionó con Zuloaga, Ramón Casas, Paco Durrio y otras figuras del impresionismo.
Fue uno de los fundadores del Kurding Club, donde realizó un mural en compañía de otros dos miembros ilustres: Ignacio Zuloaga y Anselmo Guinea, que hoy día se puede contemplar en la Sociedad filarmónica.
Hacia 1909, compaginó la actividad puramente pictórica con la creación de diseños para decorados teatrales y su pintura evolucionó hacia las “estampas bilbaínas románticas”, ambientadas en tiempos pasados, con buena parte de su producción con la técnica del pastel.
En el fondo de la escena, y proveniente del piano se eleva una bruma en la que aparecen personajes wagnerianos.