Inicialmente utilizado en mobiliario y más tarde en pequeños artículos metálicos, el maque se considera un arte.
Los métodos a los que recurre básicamente nacen de la experimentación con distintos materiales aplicados en capas, que en conjunto con la reacción de su material superficie (inicialmente madera) y la intervención del trabajo humano, resultan en un trabajo minucioso y bastante único.
[3] Según Gustavo Curiel (2009), la domesticación del maque en la Nueva España[4] desarrolló en sí misma un movimiento artístico que más tarde se convirtió en el sello distintivo de las artes y elementos tanto decorativos como de uso cotidiano, producidas durante el siglo;[5] mismo que se siguió produciendo durante el periodo de virreinato.
[7] La aplicación tradicional se hace por capas delgadas, dejando secar entre cada una, aproximadamente por un día completo en un cuarto con humedad.
[8] Después de que la savia es aplicada al material deseado a manera de recubrimiento, lo hace mucho más duro y resistente al agua, golpes, calor, e incluso ácidos; aunque cabe mencionar que su exposición prolongada a los rayos del sol provoca su deterioro.