María Angélica quiso estudiar medicina, pero en ese momento no podía costearse los estudios en Buenos Aires, dado que vivía en La Plata junto con su madre viuda y sus hermanas.
Prestó juramento en mayo del año siguiente.
Sin embargo, inicialmente no le dejaron ejercer como abogada debido a que pensaban que tenía una capitis deminutio, esto es, disminución de la capacidad por naturaleza, específicamente por ser mujer.
Personas de autoridad se echaron en su contra; como el procurador general, Manuel F. Escobar, que emitió un dictamen a favor de que no se le admitiese su matriculación.
Ella quería superar estas dificultades, pero en aquel tiempo no existía ninguna ley que le pudiese defender.