Libania entró a la vida religiosa tomando el nombre de María Clara del Niño Jesús.
Tras la muerte del fundador el Rey don Pedro V, funda el Colegio Asilo Real, para custodiar a las hijas de la nobleza que habían quedado huérfanas (incluida Libania).
Al no tener aprobación por la Santa Sede la anterior congregación religiosa el P. Raimundo inicia una nueva fundación con el objetivo que la apruebe la Sede Apostólica, esta congregación debía responder -según él- a las necesidades del momento.
La Santa Sede aprobó la Congregación de las Hermanas Franciscanas Hospitalarias y Maestras.
Sus restos fueron custodiados en la capilla de la Curia General Linda-a-Pastora, Queijas (Lisboa).