El matrimonio de sus padres no era uno feliz, y su madre finalmente regresó a su Francia natal para vivir allí.
Sin embargo y, a pesar de las lujosas celebraciones, el matrimonio estaba condenado al fracaso desde un comienzo; ambos jóvenes eran incompatibles y nunca lograron llevarse bien, de la misma forma nunca tuvieron hijos.
Véronèse era una bailarina que tuvo dos hijos ilegítimos con el príncipe, nacidos en 1761 y 1767, respectivamente.
En 1768, se le pidió que presentara a su sobrina Adelaida ante el rey y la corte.
Piadosa, discreta y muy culta, no estaba destinada a ser parte del círculo íntimo de la nueva reina en Versalles.
María Fortunata se refugió primero en Bruselas y luego en Chambéry, en ese entonces parte del reino de Cerdeña.
En 1791, se instaló en Friburgo, un pequeño pueblo suizo conocido por su gran asentamiento de emigrantes franceses.
Su esposo murió en 1814 y como no tenía descendencia legítima, su título se extinguió.
En 1835, Luis Felipe comisionó un retrato póstumo de María Fortunata a Hortense Haudebourt-Lescot.