Todavía muy joven, se formó en los ideales liberales y patrióticos de la segunda restauración borbónica y fue posteriormente muy activa bajo el reino de Fernando II.
Maria Giuseppa le contó su formación en una carta a Muzzarelli en el 1832: su padre consideraba inútil la educación para sus hijas femeninas, y la niña, que pronto manifestó su predisposición por la poesía, aprendió de forma autodidacta, dedicando su estudio a los librillos de música y de Metastasio, estudiaba las horas por la noche y las que no estaba ocupada haciendo labores domésticas.
Con trece años conoció al poeta dialectal Domenico Piccinni, que la alentó a seguir los estudios y le impartió clases privadas, seguido posteriormente del toscano Schmidt.
En la nueva casa la poeta pudo dedicarse con más afán a la literatura y retomó el estudio del latín, pero fue más difícil visitar a sus amigos literatos (los Nobile vivían sobre la colina de Capodimonte, bastante lejos del centro de Nápoles, y no poseían un carro propio), además se veía obligada a buscar siempre alguien que la acompañara, no pudiendo, por ser mujer, salir sola.
En el 1847 en Nápoles se llevó a cabo el séptimo Congreso de los Científicos italianos promovido por la Sociedad de Pisa, que influyó Antonio Noble e indirectamente también su mujer.