A la edad de 12 años, su madre y su padrastro la entregaron en el monasterio benedictino de Abbe-ou-Bois en París.
Se la describe como una bella rubia, "bella y pura como una estrella", pero carente de sentido común en el sentido general, frívola, ágil y adicta.
Saint-Simon afirma que la princesa, "a pesar de sus rarezas, no era débil mental".
Después de que su hermano Enrique Léon de Albert-Luxemburgo renunciara a los títulos y posesiones a favor de la media hermana de Madeleine-Charlotte-Bonna-Teresa de Clermont-Tonneur, María Luisa Clara se convirtió en la heredera legal.
Del Papa, sin mucha dificultad, obtuvieron por su exención de la vida en el monasterio y de la corte, el derecho a un taburete, porque si la princesa no estuviera obligada por un voto monástico, habría sido duquesa y heredera.