Sus jueces fueron Hilario Goyenechea y Dámaso Ledesma, el organista de Salamanca.
El Salmantino lo recibió con las siguientes líneas:[1] Villalba pronto se integró en la vida cultural de la ciudad, no solo desplazando la capilla musical a otras iglesias de la ciudad, sino que también se implicó en la música profana.
En 1923 se llevó el segundo puesto del «Concurso de canciones hispano-portuguesas y americanas» organizado en Madrid con la composición Encantos de Iberia, siendo el primer premio para Dámaso Ledesma.
[cita requerida] En 1920 recibió un homenaje en El Adelanto, donde se ensalzaban sus cualidades musicales.
El artículo dividía su obra en tres clases:[1] Las obras no religiosas de Villalba Muñoz que merecen mencionarse son: Son de mayor relieve artístico sus obras religiosas, entre las que cabe mencionar: