Mariano IV de Arborea

Por lo tanto, había un cierto malentendido histórico y político, que hizo que por un lado los Arborea vieran a Aragón como simple aliado militar, el cual podría ayudar en la conquista residual de Cerdeña en detrimento de Pisa y Génova; mientras que Aragón vio a los Arborea como feudatarios para someter, tras haber ganado a las potentes repúblicas marinas.

Lo que contribuyó a este malentendido era la diversa visión del poder entre las dos casas: por un lado Aragón estaba típicamente ligado al poder feudal de tipo europeo, mientras que en Cerdeña el feudalismo ya no existía, y por tanto los Arborea no lo reconocieron.

Pero estas concesiones no transformaban a los Arborea en riccos homines, es decir, en barones vasallos del rey de Aragón.

Para acentuar la fractura lantente entre el concepto de vasallaje en la mente del soberano aragonés y la idea de juzgado libre que tenían los Arborea, estaba el hecho en la misma corte en Aragón, los hijos del juez no tenían ningún título porque para el juez cualquier título baronial habría sido un estatus inferior al del mismo juez.

Con ella tuvo cuatro hijos: Hugo, Leonor, Beatriz y un niño muerto prematuramente en 1346.

Tal aportación se evidenció también exteriormente, tanto que en su insignia personal eran representadas sobre el árbol clareado, los postes catalanes.

Esto desató una larga guerra entre Aragón y Génova, pero al principio los Doria no pudieron aventajarse de su victoria.

Esto desencadenó inexorablemente un conflicto destinado a durar hasta 1410 cuando, con la capitulación de Oristán, terminó la existencia del juzgado.

Inició un asedio hasta que sus aliados los Doria pudieran atacar desde el norte, quienes lo consiguieron, y tomaron Alguer.

Esta paz duró dos años, durante los cuales Mariano reforzó sus armadas y sus territorios progresaron favorablemente en temas económicos.

Las tropas aragonesas fueron atrapadas por las armadas arboreanas dirigidas por Mariano y su hijo, el futuro Hugo III de Arborea.