Marquesado de Vista Alegre

El marquesado de Vista Alegre es un título nobiliario español, creado como título de Castilla por el rey Carlos III en 1761 a favor de Antonio Agustín de Antayo y Monterde, señor del coto de Viyao en la parroquia de Borines y de la casa de Rubianes en la de Cereceda, todo en el concejo asturiano de Piloña, su alcalde y alguacil mayor, regidor perpetuo de Oviedo y diputado a la Junta General del Principado.

Habiendo pasado Carlos a reinar en España, y para premiar los méritos de padre e hijo, dispuso que aquella merced fuera considerada de Castilla y para ello dictó el oportuno Real Decreto de Conversión el 19 de agosto de 1760 a favor de Antonio, a quien otorgaba el vizcondado previo de Sotiello,[2]​ expidiéndose el real despacho el 1 de febrero de 1761.

Sirvió al rey cerca de cuarenta años.

[3]​ Fue visitador general de los presidios y plazas fuertes de Méjico y comandante general e inspector de los Reales Batallones de Marina, y tomó parte en combates contra los ingleses, en el sitio de Mesina, en la expedición a Orán y en la Recuperación de las Dos Sicilias (1734).

Casó con Ignacia de Monterde y Antillón.

Armas de los marqueses de Vista Alegre en el edificio de la Obra Pía de Infiesto , de la que eran patronos de sangre.
La casa y capilla de los Cobián, o de los marqueses de Vista Alegre, en la plaza mayor de Infiesto, hoy sede del Centro de Formación Profesional El Prial. Al recaer la casa de Vista Alegre en los Unquera, en 1875, le quedó agregada esta casa, junto con el patronato de sangre de la Obra Pía de Infiesto y la casa de la Garrida en lugar de Lozana, su arrabal.
Aquellos chalados en sus locos cacharros . Luis María de Unquera y Antayo (1831-1893), V marqués de Vista Alegre y I barón de la Vega de Rubianes , heredó ya desvinculados los bienes de numerosos mayorazgos , y era en su tiempo el mayor hacendado del concejo de Piloña. En 1856 elevó a S.M. un memorial genealógico solicitando para su casa la grandeza de España de primera clase, que no le fue concedida. No tuvo descendencia, y se convirtió en uno de aquellos nobles fin de race que proliferaron en la España de finales del XIX. Antes de 1890 adquirió el primer automóvil que circuló en Asturias: un triciclo Benz que solía conducir por los caminos de Piloña, causando el asombro de los paisanos. Fue gran benefactor de los piloñeses, y a su muerte legó a los colonos la mayor parte de sus tierras y propiedades, a excepción de la casa de Cobián de Infiesto, que siguió en los marqueses de Vista Alegre hasta tiempos recientes.