Este encuentro solo es posible merced al tacto en movimiento, sentido háptico que se erige en el genuino medio para el descubrimiento y constitución del mundo, de la realidad y del ser.
El brusco cambio que la ceguera introduce en su vida influirá decisivamente en su trayectoria personal e intelectual posterior.
Al final de este período, aflora ya con claridad su interés por la Filosofía y las Humanidades.
La figura de su padre, Juan Martínez Río, es clave en la formación personal y académica del filósofo.
En 1988 dio inicio a su trayectoria académica profesional al ser contratado como Ayudante de Facultad.
En este primer trabajo serio de investigación, se contienen ya en germen algunas de las principales tesis filosóficas del pensador zamorano en torno a su realismo volitivo y a la constitución volitivotáctil del ser y la realidad .
Fue contratado como Profesor Asociado en 1993, quedando desde entonces adscrito al Departamento de Filosofía I (Metafísica y Teoría del Conocimiento).
Por otro lado, su actividad docente no solo se ve compaginada con la consecuente actividad investigadora, encarnada en la participación, ya como organizador, ya como ponente, en numerosos programas de investigación y congresos, así como en la publicación de diversas obras y artículos científicos, sino que además ambas tareas académico-filosóficas se complementan con un intenso trabajo, tanto práctico como teórico, llevado a cabo en el campo de la discapacidad.
En esta dirección, es de notar cómo la reflexión del filósofo se verá siempre azotada por el ánimo de enfrontar directamente y en sí mismas las grandes cuestiones planteadas desde siempre a la reflexión filosófica,[11] examinando y valorando escrupulosamente las tesis alternativas al respecto.
La segunda línea de investigación filosófica es, tal vez, aquella en la que el pensador se nos muestra con mayor originalidad.
Será en especial el tratamiento metódico y sistemático que de este problema llevó a cabo la filosofía de la Modernidad el que atraiga desde un principio su atención e interés (véase, por ejemplo, El problema del conocimiento del mundo externo en Descartes, Locke y Berkeley, 1996), si bien esta preocupación inicial habría de ir poco a poco matizándose, hasta concretarse en una perspectiva y en un desarrollo específicos, a saber, los llevados a cabo por la filosofía de Condillac, principalmente expuesta en el Traité des sensations[12] (1754) (véase Tacto y objetividad.
Tal investigación supondrá un apoyo para la pretensión de fundamentar sobre base sólida la categorización general de lo real, concebida como una estructura bipolar, integrada por dos elementos diferentes y contrapuestos pero indisociablemente relacionados entre sí: el yo volente y el no-yo resistente.
En efecto, si, como podría ser el caso, la estructura y configuración perceptivas de cada sentido nada tuviesen que ver entre sí, y si, además, ellas fueran la base y origen de un correspondiente y peculiar desarrollo espiritual, se comprendería fácilmente que, por ejemplo, las manifestaciones espirituales del vidente (su Psicología, su Ética, su Estética, su Metafísica, etcétera) habrían de ser muy diferentes de las propias del ciego.
En concordancia con otros notables miembros del Realismo Fenomenológico (sobre todo Josef Seifert y Rogelio Rovira), tesis central del filósofo a este respecto es que una certera y lograda defensa del argumento ontológico solo puede hacerse sobre la base de la aceptación de cuatro supuestos metafísicos fundamentales: 1º.
Probar la objetividad y trascendencia de esta esencia como esencia necesaria y no como mera ficción o ideación subjetiva del entendimiento humano, es tarea principalísima de la Ciencia del ser.
Por tanto, la existencia lo es todo con respecto a este ser, le añade lo que tiene de más sustantivo.
Aquí Martínez-Liébana pone claramente de relieve, ante todo, frente a Kant y Brentano, que la imputación de sofisma lógico que ellos hacen al argumento, es infundada si su punto de partida no es un mero concepto subjetivo del pensar, como ellos creen, sino, precisamente, lo que en verdad es: una esencia trascendente, objetivamente necesaria.
De este modo, el argumento no cometería el salto ilegítimo del pensar al ser (no sería así una simple metábasis eis állo génos), dado que se movería desde el principio en el ámbito del ser, de la realidad, ni incurriría tampoco (lo que sería aún más grave) en una burda petitio principii, pues al partir de una esencia objetivamente necesaria (de una esencia cuya objetividad, por tanto, no depende de su realización fáctica existencial), no daría ya por supuesto lo que precisamente habría que demostrar, a saber: la existencia misma de esta esencia.
: Una nueva dilucidación fenomenológica de los fundamentos metafísicos del argumento ontológico” (2005).
En concreto y por encima de todo, el autor examina y somete a crítica los dos últimos supuestos metafísicos ya apuntados, con respecto a los cuales formula en él sendas preguntas, cuya resolución constituye su objetivo prioritario: 1.
¿Con respecto al ente finito, es la existencia un atributo óntico más, tal vez el atributo óntico fundamental, sin el que no quepa hablar propiamente de ente finito real?
De acuerdo con esta perspectiva fenomenológica, que hunde sus raíces más profundas en Platón, Anselmo o Descartes y, sobre todo, en las Investigaciones lógicas de Husserl, la del Ente infinito es una cualidad eidética necesaria, una “naturaleza, esencia o forma verdadera e inmutable”, en expresión cartesiana, cuya adecuada captación ha de dar por resultado la intuición intelectual de un tipo de ser (único y singularísimo) en cuyo seno hállase incluida, como un elemento eidético esencial, como una “parte no independiente” más (según terminología husserliana), la existencia real y necesaria.
Finalmente, Martínez-Liébana se ha ocupado también intensamente del análisis y esclarecimiento de los factores y elementos más sustantivos implicados en los conceptos de inclusión, integración, diversidad, discapacidad, etcétera, examinando su singularidad y aplicación concretas al campo específico de la ceguera o discapacidad visual.
Entrevista realizada por José Luis Fernández Iglesias en la cadena Ser en torno a la integración de las personas con discapacidad.