Masacre del 26 de febrero de 1971 en Cali

La autonomía o cogobierno universitario era uno de los puntos críticos en las peticiones del estudiantado, una de las reformas propuestas radicaba en la reconstrucción del Consejo Superior para garantizar una mayor participación de los estudiantes y profesores, y expulsar del mismo a los agentes externos a la universidad, como el clero y los comerciantes.

sin embargo dicha reforma fue deshecha cuándo los liberales perdieron su hegemonía en el año 1946.

El Presidente Laureano Gómez le otorgó un lugar dentro del Consejo Superior a la Iglesia católica, lo cual fue ratificado en 1958 por medio de la Junta Militar, que mediante el Decreto 0136 le dio también representación a los sectores industrial, comercial y bancario.

Lo cual era denunciado por los estudiantes pues mermaba la autonomía universitaria, ya que dichas empresas solo invertían en facultades como Economía e Ingeniería, dejando de lado otras áreas de estudio como las Humanidades.

[6]​ Históricamente el movimiento estudiantil universitario ha sido influenciado por tendencias políticas de izquierda.

A la toma se unieron el Colegio Santa Librada y la Universidad Santiago de Cali,[9]​ además esta última se sumaba al paro en solidaridad con los estudiantes de Univalle.

[9]​ Debido a las movilizaciones del estudiantado como las del día 25 y al gran apoyo que el movimiento estaba ganando entre la sociedad[6]​[10]​ el Gobierno local decidió allanar la universidad y desalojar a los estudiantes.

Los estudiantes se vieron aislados por el cerco militar y luego fueron desalojados.

Las riñas se recrudecen hasta que aproximadamente a las 11 AM llega la noticia de que el estudiante Edgar Mejía Vargas, conocido como Jalisco, había sido asesinado de un tiro en la cabeza por los agentes del Estado.

El número de muertos se incrementaría hasta 15, e incluso algunas fuentes[11]​[6]​ afirman en un número superior a este la cantidad de víctimas fatales, que podría rondar los 30.

Los soldados se nos vinieron encima, sólo podíamos correr; la gran mayoría lo hicimos desde esta esquina, por toda la carrera 5.ª, hacia la iglesia de San Nicolás, en dirección al antiguo Puente del ferrocarril, de la calle 26, hacia los barrios Jorge Isaac y el Porvenir (en este quedaba la casa de mi finada abuela y me sentiría a salvo).

Tanto así que se ha popularizado la frase "26 de febrero, no lo olvide compañero".

Son varios los autores que han escrito homenajes a los caídos de aquel día o que se han inspirado en el evento para sus propias obras: Según Silvio Rebolledo Manchola, muchos de los estudiantes que participaron en las marchas, aún estaban en el bachillerato; existía un grupo muy especial: los estudiantes directivos y colaboradores del IV Festival Nacional Estudiantil de Arte, 1971, año en que el teatro con compromiso social era de obligado desarrollo; había muchos grupos de teatro estudiantil; el Colegio “Benjamín Herrera” tenía su propio grupo teatral; allí se leían obras de Bertolt Brecht.

Desde allí aprendieron técnicas teatrales enseñadas por el dramaturgo Jerzy Grotowski, quien visitó a Cali en 1970, dejando conocimientos que le dieron gran impulso a la representación teatral, mediante la propuesta de no mostrar al personaje, sino SER el personaje.