Hasta el día de hoy, la masacre permanece en la impunidad y nadie ha sido juzgado por ella.
Algunos opositores al gobierno fueron juzgados en meses posteriores por daños a la propiedad privada durante los disturbios después del ataque.
Los manifestantes respondieron lanzando morteros y piedras contra el estadio donde la infraestructura resultó dañada.
La manifestación se disolvió a causa del ataque y en el lugar solo quedaron algunas decenas de manifestantes que se defendían del ataque con piedras, morteros y algunos con unas pocas armas hechizas.
La masacre fue transmitida por televisión e Internet, donde se escucharon las ráfagas de disparos y se vio como los heridos eran trasladados en vehículos particulares y ambulancias, algunos de ellos heridos o ya fallecidos.
Aproximadamente 5 mil personas (algunas de ellas heridas) se refugiaron en la Universidad Centroamericana, según un comunicado emitido por el alma mater y otro número no especificado se refugió en el centro comercial Metrocentro Managua y en la Catedral metropolitana de la Purísima Concepción.
"Pero sí le pediría (al gobierno) que por respeto a mi persona, que me esforcé y llevé por muchos años sobre mis hombros representando a mi país con mucho orgullo, dejen de usarlo para esos fines (violencia), porque esos no son los valores y principios de mi persona", expresó Martínez.