De niña era descrita como tranquila y gentil, aunque no muy atractiva.
Matilde se amargó por estos rechazos y se volvió crítica y mordaz; también recurrió al alcohol para aliviar su infelicidad, adquiriendo el apodo de "Aguardiente-Matilde" por obvias razones.
Matilde era una pintora talentosa y tomó lecciones del artista Alfredo Diethe de 1890 a 1901.
Otros aparecieron en postales, que se vendieron para recaudar fondos para obras de caridad.
En 1931 crea el retablo "Jesús y los discípulos de Emaús" para la Iglesia Católica Martinskirche en Mackenrode en Eichsfeld.