Mauricio Goldenberg tenía formación dinámica y mantenía excelentes relaciones con la Asociación Psicoanalítica Argentina.
[4] Desarrolló en pocos años programas totalmente pioneros no sólo para la Argentina sino para toda la América Latina: sectores de internación abiertos en el hospital general –en contraste con el único recurso existente hasta entonces, a saber, la internacion en manicomios multitudinarios y a su vez alienantes--, sectores de consultorios externos para niños, adolescentes, adultos y pacientes mayores que llegaron a ofrecer más de 40.000 contactos anuales gratuitos con pacientes y familias, servicio de inter-consultas psiquiátricas para pacientes internados en otros sectores del hospital, hospital de día para pacientes que necesitaban intervenciones terapéuticas más estructuradas, un centro de investigaciones activo e idóneo, servicios de extensión comunitaria con consultorios en los barrios marginales cercanos al hospital, y una residencia de especialización en psiquiatría que también quebró el molde tradicional que caracterizaba hasta entonces a las residencias psiquiátricas en América Latina –las que sólo ofrecían formación en psiquiatría biomédica tradicional y localizadas en los manicomios.
Con su vida en peligro, Goldenberg emigró con su familia a Caracas, Venezuela, donde, bienvenido como profesor de psiquiatría, continuó su labor clínica y docente en la Universidad Central de Venezuela, así como su consultoría con la OPS y su práctica privada.
Fue además invitado personalmente por el entonces presidente electo del país, Raúl Alfonsín para que desarrollara y dirija un nuevo Programa Nacional de Salud Mental.
[7] A los 85 años decidió dar por terminada su trayectoria profesional y, junto con su esposa, establecer residencia en Washington D. C., donde habitaba su hija y varios de sus nietos, donde vivió hasta su muerte cinco años después.