La obra, de casi 300 páginas, se publicó en dos partes: Mi padre sangra historia (My Father Bleeds History, 1986) y Y allí empezaron mis problemas (And Here My Troubles Began, 1991), unidas posteriormente en un único volumen.
En la narración en pasado, Spiegelman muestra estas experiencias, comenzando con los años previos a la Segunda Guerra Mundial.
En el hilo argumental de la narración en presente,[5][5] Spiegelman entrevista a su padre, Vladek, en Rego Park (Nueva York)[6] en 1978-1979.
[10] Vladek le habla de su época en Częstochowa[11] y describe cómo llegó a casarse en 1937 con Anja, de familia adinerada, y cómo se mudó a Sosnowiec para abrir una fábrica.
Tras su regreso, las tensiones políticas y antisemitas van en aumento hasta que Vladek es reclutado justo antes de la invasión nazi.
Vladek es capturado en el frente y forzado a trabajar como prisionero de guerra.
[18] En Sosnowiec, Vladek y Anja se mueven de un escondite a otro, estableciendo contacto ocasional con otros judíos escondidos.
Tras arreglar con contrabandistas su salida del país hacía Hungría, resulta ser un truco: la Gestapo los arresta en el tren y los lleva a Auschwitz, donde son separados hasta después de la guerra.
Art se encuentra abrumado por la atención inesperada que recibe el libro[8] y admite estar «totalmente bloqueado».
Art contesta con una cita de Samuel Beckett: «Cada palabra es una mancha innecesaria en el silencio y la nada», pero entonces cae en que «por otra parte, lo dijo».
[23] Art Spiegelman usa animales antropomórfos: ratones para representar a los judíos (Maus significa ratón en alemán), gatos para los alemanes, cerdos para los polacos, ranas para los franceses, ciervos para los suecos y perros para los estadounidenses, así como peces para los británicos.
Aparte del evidente componente fabulístico, el empleo de esta convención de representación colectiva enfatiza visualmente la "desindividuación" propiciada por el Holocausto, con la reducción del individuo a una mera identidad nacional, étnica o racial (v.gr., alemanes, judíos, polacos) que determina su destino en ese contexto histórico.
Como ha admitido el propio Spiegelman, esta convención se inspira, además, en una reapropiación de los dibujos animados (cartoons) norteamericanos, tipo "Tom & Jerry", muy influyentes en la cultura cinematográfica y televisiva de su niñez.
La obra también puede interpretarse como una reivindicación de la autonomía del cómic, demostrando que puede abordar cualquier tema sin abandonar sus convenciones gráficas.