En 1913 las fuerzas revolucionarias de la División del Norte encabezadas por Francisco Villa derrotaron al ejército huertista y ocuparon la ciudad de Chihuahua el 8 de diciembre del mismo año, asumiendo Villa la gubernatura y estableciendo un gobierno revolucionario que incautó numerosas propiedades de la élite económico-político chihuahuense como las familias Terrazas, Creel, Cuilty, Falomir y varias más; entre estas incautaciones se realizó las de un lote en el Panteón de la Regla en el que dispuso la construcción de dos monumentos funararios, una capilla para él y un segundo monumento donde serían inhumados los principales generales de la División del Norte; encomendó la construcción a los canteros que ya trabajaban en su casa, la denominada Quinta Luz, encabezados por el maestro cantero Santos Vega quien construyó la capilla sin una instrucción específica de Villa sobre su estilo o diseño, solo con un ambiguo «más vale que me guste» de acuerdo a la leyenda; Santos Vega tardó un año en construir el mausoleo formado por una cripta subterránea y la capilla superior sobre ella, construida en cantera rosa y en un estilo neoclásico con detalles neogóticos de una magnífica factura, con relieves y trofeos esculpidos.
De acuerdo a la misma leyenda, cuando Santos Vega mostró a Villa el mausoleo terminado, éste lo observó y recorrió en silencio para finalmente expresarle al autor: «¿Sabe qué?
[1] En 1915 ocurre el rompimiento de Villa con las fuerzas revolucionarias encabezadas por Venustiano Carranza y Álvaro Obregón y tras la serie de derrotas sufridas por la División del Norte en el Bajío, finalmente se pierde el control villista de la ciudad de Chihuahua y el gobierno estatal, durante los siguientes años y hasta 1920 Villa permanecerá en rebeldía contra las autoridades carrancistas y sufrirá la persecución de la expedición punitiva estadounidense, sin que lleguen a derrotarlo pero obligándolo a permencer oculto y en constante movimiento, en consecuencia sus construcciones en la ciudad de Chihuahua quedan terminadas pero sin uso alguno.
El mausoleo del Panteón de la Regla permaneció entonces vacío, al igual que el contiguo destinado a los generales revolucionarios, siendo este el primero en ser trasladado del panteón primeramente a las nuevas instalaciones del Instituto Tecnológico de Chihuahua en 1950, luego a la Ciudad Deportiva donde se le destinó a albergar los restos de los hombres ilustres del estado y finalmente en 2010 al nuevo campus de la Universidad Autónoma de Chihuahua donde permanece hasta la actualidad.
[2] Aunque la idea recibió el apoyo de varios actores políticos,[3] el rechazo fue mayoritario por la sociedad civil, colegios profesionales, los vecinos de la ubicación original del movimiento y las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Nacional de Bellas Artes,[4][5] al considerarse dicho traslado como innecesario y un atentado a la historia del mismo, además de que sería imposible salvar los frescos que decoran el interior si fuera desmontado y vuelto a montar en otro sitio.