[5] El género es fácilmente reconocible ya que los élitros están muy reducidos y dejan al descubierto gran parte de su voluminoso abdomen.
Las carralejas son, junto con las similares aceiteras (Berberomeloe majalis) uno de los componentes más representativos de la primavera en la España mediterránea.
Bien conocidos por la gente del campo, son unos de los coleópteros con más nombres locales y regionales en la península: carraleja, abad, aceitera, aceitunero, taberna, cura, curica, fraile, matahombres, matasietes.
Muchos de estos nombres derivan de su aspecto llamativo y peculiar, mientras otros provienen de sus respuestas defensivas o del riesgo que entrañan las toxinas que contienen sus fluidos corporales, concretamente la cantaridina, un poderoso vesicante usado antiguamente como afrodisíaco.
[6] Para acceder a los nidos de sus huéspedes, tienen una larva extremamente especializada, un triungulino (o planidio), que se prende de su huésped y se deja llevar a su nido (fase forética).