Así, la cultura no es tanto un conjunto de formas conductuales, sino más bien información que las especifica.
Con ello tenemos el marco general de un proceso evolutivo que Dawkins compara con la evolución biológica, e incluso llega a aceptar que los memes deben ser considerados como estructuras vivientes no solo metafóricamente, sino técnicamente.
A su vez, los memes pueden agruparse formando macromemes, que constituyen un sistema de muchos memes estructurados e interrelacionados que forman un objeto cultural complejo, tal como una lengua, una teoría, una mitología, etc.
De la misma manera que los genes se autorreplican porque sí (ergo, inconscientemente), los memes tienden a replicarse igualmente; las buenas ideas no lo son propiamente si son incapaces, a la vez, de replicarse bien.
Este mecanismo de autorreplicación no es exclusivo de sistemas vivos, como el ADN y el ARN: ciertos polímeros y cristales, y los virus informáticos muestran este comportamiento, por lo cual no debería resultar ilógico en algo inerte como un meme, ya que como vemos se trata de un patrón visible en muchos elementos naturales.
Los genes de un ser vivo, conforme pasan las generaciones, alcanzan proporciones insignificantes en sus descendientes.
Los memes y los genes a menudo se refuerzan los unos a los otros pero esto no siempre es así; por ejemplo un gen para el celibato sería erradicado rápidamente del acervo génico pues estaría condenado al fracaso, en cambio un meme para el celibato puede tener mucho éxito en el acervo de memes.
Filósofos como Daniel Dennett, Donald Davidson y Jesús Mosterín han contribuido a desarrollar una teoría de la cultura que saca partido a la noción de meme.