Memorias de un cuerpo que arde

Las arrugas, las canas y las manchas de la edad no le impiden hacerlo.

Ahora sus voces se funden en el cuerpo de una sola mujer que transmite poéticamente recuerdos, secretos y deseos nunca expresados al mundo exterior.

[6]​ La directora explicó en sus notas de dirección que la película era una protesta colectiva.

[6]​ La película celebra el cuerpo femenino y la sexualidad en su sentido más amplio.

[6]​ El trabajo de cámara estuvo a cargo de Andrés Campos, la banda sonora fue compuesta por Valeria Castro y Juano Damiani y Bernat Aragonés se encargaron del montaje.