Otras acciones del fármaco incluyen un aumento en la microbiota intestinal, como los organismos reductores de nitratos.
Tras casi 200 intentos, se llegó al primer fármaco de este grupo: la burimamida.
Éste fármaco, como otros compuestos derivados, conserva el anillo imidazol de la histamina.
Posteriormente nace la metiamida que cayó en desuso muy rápidamente en los primeros años de uso en clínica.
[2] Después de extensos estudios en animales, en 1973 se presentó el primer informe sobre el efecto de la metiamida en humanos en un simposio internacional patrocinado por la compañía farmacéutica cuyos trabajadores habían realizado el descubrimiento básico.