Resalta la vida de una madre, interpretada por Marianne Jean-Baptiste, quien lucha por encontrar sentido en su rutina diaria, marcada por el desencanto y la incomprensión.
Pansy Deacon es una mujer deprimida y ansiosa que vive con su dócil marido fontanero Curtley y su holgazán hijo adulto Moses, a quien ella castiga constantemente por su falta de aspiraciones.
Chantelle la lleva aparte y ella admite que se casó con Curtley por desesperación, pero que no es capaz de divorciarse de él, dejándola aislada y sola.
Pansy se ríe histéricamente antes de estallar en sollozos, agradeciéndole a su hijo entre lágrimas.
Cuando los diáconos regresan a casa, Pansy pone ansiosamente las flores en un jarrón y deja la puerta del patio abierta, pero después de que ella se va, Curtley las arroja afuera y cierra la puerta.