Esta población también cayó bajo la avalancha araucana junto a las otras siete ciudades que fueron arrasadas en la sublevación provocada por la ambición de la familia Salazar.
Las vejaciones sufridas por estos desdichados mapuches llegaron a los oídos del Mestizo Alejo[1] que se encontraba en su ulmén de Quilleco a donde llegaron prisioneros casi agónicos llevados desde Millapoa, siendo conducidos a su presencia, supo que allí en esa faena minera tenían verdugos negros.
[2] Alejo que en su infancia vio como se torturaban a los esclavos en Concepción, cortándoles la narices, lenguas, orejas, brazos y pies.
Amen de marcarlos con hierros candentes, como a los animales por pequeñas faltas.
Esa noche fueron liberados los esclavos, castigados los verdugos y reducido a cenizas para siempre el campamento de Millapoa[1]