La explotación ha estado activa en varias ocasiones durante la Antigüedad y la Edad Contemporánea, si bien a día de hoy el yacimiento se encuentra inactivo.
[1] La Mina de San Miguel fue reactivada durante el siglo XIX,[2] tras la visita a la zona del ingeniero francés Ernest Deligny.
Inicialmente fue explotada por la sociedad Solá Hermanos mediante labores subterráneas y a cielo abierto, quedando inactiva en 1868.
Durante aquellos años la explotación de San Miguel vivió su auge, levantándose en la zona varias instalaciones industriales para el tratamiento mineral.
Con posterioridad a 1917 la mina pasó por manos de distintos propietarios, al tiempo que la explotación entró lentamente en declive.