Durante la segunda guerra sino-japonesa, los japoneses obligaron a los peones chinos —algunos de los cuales habían sido capturados de organizaciones militares locales— a trabajar en la mina, bajo condiciones muy precarias.
Los familiares de los mineros se apresuraron al lugar, pero un cordón de guardias japoneses les negó la entrada y erigieron cercas eléctricas para mantenerlos fuera.
[1] En un intento de reducir el fuego subterráneo, los japoneses apagaron la ventilación y sellaron la boca del pozo.
Los testigos dicen que los japoneses no evacuaron el pozo por completo antes de sellarlo, atrapando a muchos trabajadores chinos bajo tierra para asfixiarse en el humo.
[3][4] Los trabajadores tardaron diez días en retirar todos los cadáveres y escombros del pozo.
Muchas víctimas no pudieron ser identificadas adecuadamente debido a la extensión de las quemaduras.