En el siglo XIX los católicos comenzaron a llegar al Turkmenistán actual, principalmente debido a las deportaciones de otras partes del Imperio ruso, incluidas Polonia y Lituania.
A principios del siglo XX ya era un grupo de aproximadamente 5000 católicos que tenía una parroquia en Asjabad y varias capillas en Turkmenbashi, Türkmenabat, Mary y Serdar.
En junio de 1997 el arzobispo Pier Luigi Celata, nuncio apostólico en Turquía, presentó sus cartas credenciales a las autoridades turcomanas.
Se abrió así el camino a la llegada de los misioneros.
En marzo de 2010 la Iglesia católica fue registrada oficialmente por el Gobierno turcomano.