De la misma cantera parte una ruta que sube hasta los restos del castillo y los búnkeres.
Dicho topónimo se extiende por diversos lugares de Cantabria que guardan en común una forma circular.
La religión de los antiguos cántabros confería un carácter sagrado a los árboles y bosques.
Un grueso muro salpicado de troneras irregulares que cierra una oquedad natural creando un habitáculo resguardado.
Su finalidad principal era controlar el acceso terrestre desde Cicero, así como la red ferroviaria.