Morir de amor (tópico literario)

La convención literaria o tópico literario morir de amor se generalizó en la lírica provenzal como única forma de acabar con el sufrimiento del enamorado[1]​ no correspondido.

Históricamente, el tópico se encuentra ya presente en la obra del poeta latino Ovidio (40-17 d. C.), en concreto en la leyenda de Píramo y Tisbe, y a lo largo de los siglos siguió reapareciendo en multitud de composiciones literarias hasta que fue insertado en el sistema de convenciones literarias de la lírica provenzal medieval conocido como amor cortés; en él, los deseos de muerte suponían la aceptación de que la muerte podía liberar al amante de los sufrimientos causados por el amor no correspondido.

En otros casos, la muerte de amor podía ser un hecho más literal: una simple mirada de la amada la podía provocar.

Este uso medieval del tópico va unido al sentimiento cristiano de asociar la muerte con el fin de las desdichas humanas, idea transmitida por los místicos medievales a los trovadores cortesanos de Provenza.

Más adelante, también en algunos diálogos renacentistas, en la lírica de la época (por ejemplo, Cristóbal de Castillejo o Fernando de Herrera) e, incluso, en la narrativa (por ejemplo, en Tirant lo Blanc, en Cárcel de amor o en La Celestina), se puede ver cómo la muerte se acepta como un posible remedio de los fracasos amorosos.