Hasta el año 1581 Arganda pertenecía al Arzobispado de Toledo.
En 1613, Arganda se encontraba totalmente endeudada y arruinada, siendo comprada por el valido del rey Felipe III.
En Arganda, el rechazo del pueblo se plasmó en una revuelta general que llegó a mayores cuando el viernes 13 de septiembre de 1613, día en que llegó a la villa, fue agredido.
La gente se agolpó contra los carruajes y los zarandeó gritando e insultando a sus componentes.
Tras aquel episodio, vergonzoso para el duque, pocas horas se mantuvo dicha embajada, saliendo al día siguiente con rumbo a Madrid.