Movimiento médico en México de 1964-1965

[2]​ Loyo Brambila (1975) detalla que los sexenios de 1940 a 1958 —Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines— tuvieron el «objetivo primordial» de desarrollar la industria que, sin embargo, se sustentaba en una clase obrera «sometida a bajos salarios, disciplinada en el trabajo y controlada políticamente».

Gutiérrez argumentó que al ser becarios percibían becas y no sueldos como los trabajadores del instituto.

También conformaron la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI), ajena a otros organismos sindicales y con la que dieron «cohesión» al naciente movimiento.

Dos días después, sumaban veintitrés hospitales de la capital en paro y veinte al interior del país.

[13]​ En un comunicado y una carta dirigida a Díaz Ordaz, la AMMRI informó que Guillermo Calderón Rodríguez, Abel Archundia García, Roberto Pedroza Montes de Oca, Fernando Herrera, Roberto Sepúlveda, Justo Igor De León Loyola y Oralia León eran sus dirigentes.

[7]​[10]​ Ese día, los dirigentes médicos se reunieron con Cisneros, a quien le entregaron un documento en el que expusieron sus problemas y demandas.

[7]​ Por la tarde, en una asamblea los representantes de la AMMRI determinaron continuar con los paros, no desatender las emergencias y entregar los pliegos petitorios a las autoridades de la Secretaría, el IMSS y el ISSSTE.

[15]​ Para ese momento, los informes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) planteaban que la estrategia gubernamental inicial sería «poner distancia entre la administración y el problema e ignorar públicamente a los médicos».

El mismo día, Ismael Cosío Villegas, director del Hospital de Huipulco, presentó su renuncia junto con treinta médicos más, ante su negativa a cesar a los médicos paristas y por sus simpatías con el movimiento.

[7]​ Empero, la Asociación denunció que el acuerdo no se aplicaba en los hospitales y amplió el pliego petitorio para «solicitar una organización civil independiente y la no afiliación por parte de los médicos a los sindicatos corporativos, además de la sustitución del contrato-beca por contratos individuales».

[31]​ Flores (1995) apunta que el movimiento médico «condensó los nuevos valores políticos en ascenso, al demandar un naciente tipo de relaciones que cuestionaba la organización política establecida» y representó lo que posteriormente «serían las bases de la oposición partidista: sectores medios, profesionistas liberales, con autonomía económica, con un amplio espectro informativo».

[32]​ En relación con el movimiento estudiantil acontecido tres años después, Loaeza (1993) sostiene que el tratamiento del conflicto médico por parte del gobierno diazordacista «prefiguró en más de un sentido su comportamiento tres años después [...] la intolerancia y la dureza que lo conducirían a Tlatelolco».