Los indígenas llamaron a este gran valle “Ñanhuada”, que en otomí significa espina o punta del maguey.
Por ejemplo, el pulque, bebida fermentada la utilizaban para combatir la gastritis y la inflamación estomacal, mientras que el aguamiel para curar la anemia.
Olaguibel describe a “Xiquipilli” como lugar donde se hacen las bolsas o costales para el cacao, que servía de moneda.
La mayor parte de la población se estableció en la serranía por su riqueza natural, con sus únicas pertenencias como ollas, comales, mecapales y petates.
Durante muchos años, formaron parte de un señorío muy importante, que pertenecía a los siete ca “pueblo sin residencia”.
La organización política era sencilla, el gobierno correspondía a su estado tribal y la dirección recaía en los mandones; en un principio ejercieron este mando los sacerdotes, posteriormente aparece una especie de consejo, formado por los miembros de las diferentes tribus, quienes designaban a los mandones o cabezas principales.
Al convertirse en sedentarios, se dedicaron a labrar la tierra en la que cultivaban maíz, frijol, tomate y chile.
Para delimitar sus tierras usaban el maguey como cerco natural, aunque también lo hacían con rocas o postes de madera.