Algunas piezas procedentes de estas primeras actuaciones se depositaron en la casa consistorial, donde constituyeron el germen del museo actual.
Cuando el servicio de correos se trasladó a un edificio de nueva planta, el antiguo quedó abandonado y sufrió un progresivo deterioro que culminó con un incendio parcial del mismo.
Para ello, y dado el estado de ruina irrecuperable del antiguo edificio, se procedió a su demolición, salvando únicamente la fachada.
El proyecto reorganizó la distribución del edificio, dotándolo de los servicios propios un museo.
Las principales piezas que se exponen corresponden a materiales de la época ibérica.