El Museo Fallero fue rehabilitado y reestructurado a principios de los años noventa del siglo XX, siendo reinaugurado en 1995.
La falla se quemaba con gran alegría colectiva y acompañamiento pirotécnico la víspera del día de San José, dando la bienvenida a la primavera.
Desde comienzos del siglo XX las fallas se hicieron más complejas, monumentales y artísticas, tanto en su composición técnica como en la ejecución de los ninots.
Las fallas infantiles se remontan, como mínimo, a finales del XIX, y estaban hechas por los niños de cada barrio o calle.
En 1934 se oficializó la propuesta de “El indulto del fuego”, presentada por el artista fallero Regino Mas, consistente en una Exposición del Ninot, a la que las comisiones falleras llevarían sus mejores ninots, entre los cuales los visitantes elegirían por votación popular el ninot indultado de ese año.
Al principio las fallas estaban construidas por los vecinos, con ayuda ocasional de profesionales como carpinteros, pintores o decoradores.
Finalmente se pintaba la cera al óleo.Con la consolidación de la falla artística y monumental en los años treinta del siglo XX, comienza a implantarse la confección estandarizada de ninots en cartón, consistente en añadir la cabeza y brazos en cartón a un maniquí al que luego se vestía.
Los carteles anunciadores de las Fallas se editan cada año para presentar la fiesta en el mundo, promocionando sus atractivos y elementos más significativos.
Las comisiones falleras generan un gigantesco entramado asociativo que hace posible la transmisión intergeneracional de las Fallas.