El edificio había albergado anteriormente dos escuelas públicas y parte de la colección del Abric Romaní.
La exposición principal cuenta la historia del papel desde el sistema más tradicional a las tecnologías empleadas en el siglo XXI.
Los molinos papeleros tuvieron cierta importancia económica durante el siglo XVIII en Cataluña.
Una gran parte de la producción se dedicaba a la exportación internacional.
En 1941 Antonio Romaní i Caballé y Llorenç Miquel Serra comenzaron a establecer contactos con antiguos industriales del papel con el objetivo de crear un museo sobre esa temática.