Narciso (Caravaggio)

Caravaggio emplea una composición sencilla para plasmar el tema, con esas en él típicas figuras enormes que parecen desbordar los propios límites del marco del cuadro.

Esta técnica proporciona una gran cercanía al personaje así como un aspecto espontáneo, como de fotografía, que corta a veces el cuerpo retratado por estar demasiado próximo el espectador.

Sobre la diferencia entre los dos jóvenes presentados en el cuadro, Narciso se pone en lugar del otro inventando una nueva agencia de sí mismo, una nueva posición, una nueva tópica, el Ego en oposición al Yo, lo que le permite refugiarse en un mundo dirigido hacia la autocontemplación, hacia el egocentrismo, vuelto hacia dentro como un guante del revés.

La muerte de Narciso ahogado mientras contemplaba su propia imagen en el espejo de la laguna es precisamente el castigo proporcional y simbólico que los dioses perpetrarán en su contra, mientras Eco languidece melancólica y queda en nada, sin cuerpo material que sustente a una voz que se limita a repetir lo que los demás declaman, exhibiendo su falta de subjetividad, prisionera del rechazo, mártir de la separación.

Desde entonces Narciso es una flor con una corola brillante y roja, los dioses le otorgaron el privilegio de ser contemplado por toda la eternidad.