Neoextractivismo

El neoextractivismo es una modalidad de acumulación que empieza a fraguarse masivamente hace 500 años,[1]​ cuyos antecedentes se encuentran en el extractivismo convencional; al igual que éste, se orienta hacia las actividades de explotación y extracción de recursos naturales dirigidos principalmente a la exportación, sin embargo, se diferencian por la participación del Estado en dichos procesos.

En la actualidad el neoextractivismo es consecuencia directa de la implementación de las políticas neoliberales del siglo XX y XXI en apoyo a las repúblicas oligárquicas, es decir, que se han constituido repúblicas que solo han satisfecho y beneficiado a aquellas personas con los medios de producción y quienes se encontraban el poder político.

Pretende ir por la inversión en megaemprendimientos con capital intensivo con trabajo intensivo; por la intervención de grandes corporaciones transnacionales, creación de megaempresas nacionales y sobre todo destacan los megaproyectos, en donde destacan los empleos temporales sin generar derechos sociales.

El auge económico y la restauración del rol de Estado creó una falsa ilusión que las medidas eran las correctas, alentando al Estado mismo a seguir concediendo proyectos y espacios para su realización, creando un desarrollismo hegemónico, donde se tiene la idea que el desarrollo de cualquier país se tiene que llevar a cabo los mismos procesos extractivistas.

En unos casos, los gobiernos asignan bloques de exploración y explotación que ignoran los territorios preexistentes, reconocidos por pueblos indígenas o comunidades campesinas.

Por ejemplo, tal como afirman Bebbington e Hinojosa Valencia (2007), la minería reestructura la geografía junto a cambios institucionales y una desintegración comunal, y genera otro tipo de relaciones entre los espacios locales y los nacionales e internacionales; por ejemplo, la asignación de áreas protegidas, reformas agrarias o distribución de tierras que muchas veces no se cumplen ni respetan dejando a la población rural en una clara desventaja y situaciones de injusticia.

Tanto el extractivismo convencional como el neoextractivismo se ven inmersos en severos impactos sociales y ambientales, que acentúan desigualdades sociales, contaminación y perdida de la biodiversidad como consecuencia de las mismas actividades del extractivismo, aunadas a la falta de cumplimiento de reglamentación básica para que exista el menor impacto; igualmente, muchos países reglamentan como condición a los megaproyectos a que previo a su realización deben cumplir con criterios sobre los impactos ambientales que se tendrán, no obstante, debido a la corrupción en América Latina se aprueban estos proyectos con documentación falsa o incompleta, creando desastres ecológicos muchas veces irreversibles.

Mapa del norte global dominante (azul) y el sur global (rojo)
Mapa de América Latina y los países que conforman la región