[7] El descubrimiento en 1874 del original hizo aún más evidente quiénes eran los mártires elogiados por Dámaso.
Hecho maravilloso mas seguro: de repente dejan su furor, convertidos huyen, abandonan el impío cuartel del comandante, tiran sus escudos, medallones, armas sangrientas, y al confesar a Cristo se alegran llevar sus triunfos.
El novio despechado obtiene del emperador que Domitila sea desterrada a una isla por hacerle cambiar de decisión.
Crehan,[16] Everett Ferguson[17] y Johann Peter Kirsch[18] Se menciona juntos a Nereo y Aquileo, sin relacionarlos con otros santos, en las listas del siglo V de los mártires romanos, en el Martyrologium Hieronymianum atribuido a san Jerónimo, en el Sacramentario Gelasiano y en los itinerarios utilizados por los peregrinos del siglo VII en sus visitas a las tumbas de los mártires en Roma.
[33] La basílica ciertamente existía en torno al año 600, cuando el papa Gregorio Magno predicó en ella su homilía 28.
[35] De Rossi cree que las reliquias de los Santos Nereo y Aquileo probablemente permanecieron en las catacumbas,[36] pero Northcote y Brownlaw consideran más probable que estas famosas reliquias no hayan sido dejadas afuera.
[37] No se puede excluir la posibilidad que estas reliquias fueron transferidas a la iglesia dedicada a los dos mártires antes del final del siglo VI o, más probablemente, cuando esta iglesia fue reconstruida por el papa León III en 814.
[43][44] Por supuesto, es posible que las reliquias han sido trasladadas cuando, a una fecha desconocida, la basílica fue despojada sistemáticamente (tal vez para el beneficio de una iglesia de nueva construcción) del altar, los bancos del clero, los ambones, el pavimento.
En la forma tridentina (1569/1570) del calendario romano general se celebraba en conjunto con ellos san Pancracio.
El nombre de Flavia Domitila (cuya fiesta es el 7 de mayo), se añadió en 1595 a petición del cardenal César Baronio, pero fue eliminado en 1969, ya que su culto no pertenece a la antigua tradición romana.