Ngen-mawida

Se cree que cuando algún espíritu mapuche baja del Wenumapu al Mapu (tierra), su lugar predilecto es el bosque nativo milenario plantado por su mano durante la creación divina original; y por ello que en el bosque se siente intensamente la presencia divina.

Para ello, los Ngen-mawida deben prevenir en el bosque la explotación excesiva, su contaminación y destrucción mediante la tala o el fuego.

Así, cuando un hombre mapuche desea cortar leña o recoger ramas en un bosque nativo, debe pedir permiso respetuosamente al Ngen-mawida, justificando sus propósitos y la cantidad mínima que necesita para la subsistencia de su familia.

En los bosques nativos de la Araucanía que aún van quedando se encuentra todo lo creado; la flora y fauna autóctonas.

Es posible reencontrar en ellos una réplica del mundo primigenio de la caza-recolección, junto a sus árboles nativos, animales silvestres, enredaderas y helechos.