Niccolò Alamanni

Renunció al rito bizantino ortodoxo y tomó las órdenes mayores según el latino.

En este cómodo puesto se dedicó a investigar cuestiones anticuarias, históricas y filológicas.

Falleció a edad temprana a causa de unas fiebres perniciosas que le contagiaron cuando vigilaba de cerca las obras en el altar mayor de San Pedro para instalar las columnas salomónicas del baldaquino de Bernini, pues se le había encomendado procurar que los sepulcros de los santos mártires no sufrieran daños en este proceso, tras haber hecho notar sus preocupaciones al respecto en un informe previo que se le pidió sobre estas obras.

Como filólogo helenista es conocido por haber editado las Anecdota o Historia secreta (VAT.Gr.1001[1]​) del historiador bizantino Procopio (Procopii Caesariensis Anecdota... Arcana historia, Lugduni / Lyon, 1623), trabajo violentamente criticado fuera de Italia, sobre todo por Thomas Rivius, a causa de la mala imagen que muestra del ilustre emperador bizantino Justiniano.

Francisco Cardinali Barberino restitutis, Romae 1625, reimpreso en Leiden, 1723, en el Thesaurus Antiquitatum Italiae de Giovanni Giorgio Grevio, VIII, 4, y en otras ocasiones y lugares.