Nacido en Santa María de Chiclayo y sastre de profesión, junto a su esposa María Jacinta Montoya, abrazaron la fe convirtiéndose para todos en Nicolás de Dios y la hermana María Jacinta de la Trinidad.
En la segunda mitad del siglo XVII, con su esposa, utilizaron la vivienda de Miguel de Alloza y Oliván para recoger a niños huérfanos, a jóvenes abandonados y en peligro de extraviarse y a jóvenes de fe religiosa.
El inmueble fue un Beaterio bajo la advocación de Jesús, María y José, que llegó a ser Monasterio, de hecho sus restos y los de su esposa descansan hasta la actualidad en dicho lugar.
Declarado venerable no prosperó su proceso de canonización.
Actualmente se sigue difundiendo su vida y obra teniendo muchos devotos.