Un día el oyó hablar de un Ruiseñor que vivía en el bosque y que con su canto tan maravilloso, encantaba a todos los campesinos.
Él ordenó a la encantadora sirvienta del palacio que trajera al Ruiseñor.
Pero como las estrellas estupendas de hoy, su renombre pronto se deslizo, ella llegó a ser infeliz sin su libertad.
Finalmente la tecnología (un pájaro mecánico) la sustituyó, y se escapó.
Cuando el emperador meditó sobre que con tener o poseer al ruiseñor a su lado, y por lo cual se sintió enfermo.