Los asesinos eran aliados políticos del emperador y este episodio desencadenó una ola de manifestaciones contra su gobierno.
En marzo de 1831, Pedro I viajó a Minas Gerais, buscando contener las agitaciones federalistas locales.
El conflicto estalló la noche del 13, cuando los comerciantes portugueses, partidarios de Pedro, prepararon una gran fiesta para celebrar el regreso, con hogueras, iluminaciones, trompos y lienzos con los colores nacionales.
Los liberales brasileños consideraron los festejos como una ofensa a la dignidad nacional, y así comenzó la trifulca conocida como la Noche de las Botellas por los objetos lanzados.
Río de Janeiro atravesaba una ola opositora y xenófoba, que atacaba en particular a los portugueses.