Lenin niega que los movimientos nacionalistas puedan constituir un frente de lucha adecuado para enfrentar la dominación burguesa.
La forma propiamente materialista de enfrentar la cuestión nacional es rechazándola por sus elementos burgueses: Este rechazo, desde una perspectiva materialista, no puede ignorar las condiciones culturales en que se encuentra por lo que debe emplearlas para llevar el discurso proletario.
Lenin, en cambio, ve en la asimilación, desprovista de sus elementos violentos, un efecto progresivo en la medida en que propicia el advenimiento del capitalismo.
Con la fragmentación cultural se pierde el sentido de la unificación económica que une a todas las luchas políticas.
Lenin ve en la tendencia de la centralización estatal un elemento progresivo del capitalismo en su transición al socialismo.