En la doctrina católica, los últimos acontecimientos que afectaron cada individuo en el fin de su jornada terrestre son llamados "Novíssimos".
La sanción definitiva de si corresponde o no a la voluntad de Dios para la salvación manifestada por Cristo ya se produce en el juicio particular y se confirma en el juicio particular.
El cristiano que muere en Cristo Jesús va al exilio del cuerpo para vivir con el Señor (ver 2 Cor.
Con la muerte comienza el más allá, cuya situación feliz o infeliz está determinada por las libres elecciones de la persona.
El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida, pero también afirma, en varias ocasiones, la retribución inmediata que, después de la muerte, será dada a cada uno en relación a sus obras.
Con ello la persona entra en su dimensión definitiva, en la aceptación o rechazo de Dios.
El juicio particular es una de las cuatro realidades finales y muy nuevas en las que se articula la escatología cristiana.
El misterio pascual fue leído ya por la primera generación cristiana como un acontecimiento escatológico fundamental, que devolvió la esperanza a los discípulos del Resucitado.