Era utilizado sobre todo por atletas y actores, profesiones que acostumbraban practicarse al desnudo.
De esta manera se evitaba que durante el ejercicio quedara el glande a la vista.
La tira de cuero podía atarse además alrededor del vientre, para así dejar a la vista el escroto, o bien atarse a la base del pene con una especie de lazo, de forma que el pene quedara curvado.
El uso del cinodesma no estaba obligado por ley, pero se consideraba una norma relativamente básica de decencia.
La primera alusión a esta costumbre aparece en la literatura del siglo V a. C., en la sátira de Esquilo, parcialmente conservada, Θεωροὶ ἢ Ἰσθμιασταί, Theōroì è Isthmiastaì.