Si con la Bañista exponía la temática clasicista, con la Odalisca plasmaba la temática orientalista del maestro Delacroix, buscando con ambas explícitamente el favor del jurado y el éxito oficial.
Para la obra posó su modelo y amante Lise Tréhot, a la que vistió con ropas argelinas y rodeó de tapices.
Maquillada, con los ojos perfilados con kohl y los labios pintados con carmín, mira al espectador recostada sensualmente.
El artista vuelca su interés por entonces en el orientalismo atraído por los colores y ambientes de la región, empleándolo como excusa para plasmar su nueva gama cromática, ya más cercana a su buen amigo Monet que a Courbet.
Las pinceladas son rápidas, centrándose más en el conjunto que en el detalle, sin embargo, el dibujo es muy preciso, una de las características del impresionismo de Renoir.