Pronto, se une a Arkail un aliado inesperado pero indispensable: Styx, un goblin astuto y sagaz.
Finalmente, Arkail localiza al Emperador y lo mata, o bien, permite que Barimen, un partidario de la resistencia, lo haga.
Luchan contra soldados y Orcos traidores antes de llegar a la sala del trono.
Allí, Arkail acaba con Barimen y con el Gran Inquisidor, quien los ha perseguido a lo largo de toda su travesía.
Arkail y Styx, por su parte, vislumbran un futuro más esperanzador tanto para ellos como para todos los oprimidos por el imperio.