Fue la ola de calor más extensa vivida en Argentina desde la ola de calor en 2013, afectando sobre todo a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, y todas las norteñas en donde múltiples ciudades registraron temperaturas récord.
La ola de calor es asociada al anticiclón del Atlántico, a un nuevo fenómeno de La Niña extremadamente intenso en el Pacífico y a los efectos regionales del cambio climático.
Una ola de calor se caracteriza por un marcado y sostenido aumento en las temperaturas, especialmente las máximas, ocurriendo en varias ciudades, por encima de lo considerado extremo.
Según el Servicio Meteorológico Nacional, la ola de calor se debe a la existencia de altas presiones que generan un bloqueo atmosférico que interactúa con un constante aporte de aire cálido proveniente del norte por un sistema de alta presión del océano Atlántico sur, esto genera la presencia de altas temperaturas persistentes e inusualmente tardías para la época del año.
El mismo cubre el centro y norte del país, abarcando 18 provincias, a las que se le suman dos si se considera el norte de la Patagonia.