[3][4] Planificada en el Cuartel de Intxaurrondo, constituyó la primera operación antiterrorista conjunta franco-española de la historia.
[6][7] En ella se incautó un vasto arsenal de armas, tal y como era el propósito de la operación, pero el hallazgo de diversos registros sobre la «contabilidad» del grupo terrorista ofreció además al Ministerio del Interior de España las primeras pistas sobre su complejo entramado financiero.
Los archivos aprehendidos permitieron comprender el funcionamiento estructural de ETA, al frente de la cual se encontraba un comité de dirección con los responsables de cuatro aparatos: el internacional, el militar, el logístico y el de tesorería, identificado este último como Eugenio Etxebeste Antxon.
La operación, con amplias ramificaciones en forma de redadas en España y Francia, supuso un severo golpe al grupo terrorista, que quedó en extremo debilitado.
[8] La respuesta terrorista a la Operación Sokoa fue un cambio de estrategia: se entregó al uso sistemático de coches bomba en sus atentados, que se concentrarían a partir de entonces en Barcelona y Madrid.